"Tengamos ideales elevados y pensemos en alcanzar grandes cosas, porque como la vida rebaja siempre y sólo se consigue una parte de lo que se ansía, soñando muy alto alcanzaremos mucho más"





¿NOS CONOCEMOS?

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Antes de finalizar el año, siempre me tomo por norma un día de reflexión para establecer los propósitos del nuevo año. Dicho sea de paso que de la lista suelo cumplir un 20% en los años buenos, en el resto, mis propósitos se van transformando y al final acabo dejando de manos del destino o de las casualidades de la vida que me vaya guiando.
Uno de mis propósitos de 2015 es continuar escribiendo, ya que este año al presentarse con tan buenos horizontes no quise dejar de lado la escritura y el compartir experiencias, aventuras, anécdotas, vivencias y reflexiones que se van sucediendo, a la par que continúo con uno de mis hobbies.
No obstante, jamás pensé que el 2015 lo empezara con tan buen pie que a cuatro días apenas empezado enero ya tuviera material para compartir una aventura.
Lo cierto es que el día 1 de enero me fui a la cama a una hora  “decente”. Esa noche me había olvidado silenciar el móvil y casualidades de la vida, por la mañana temprano (aclaración: temprano para mí son las once de la mañana) me llama un muy buen amigo mío (aclaración: gay) que me dice en un tono imponente: “Darling, en cuatro horas coges un avión para Madrid, te lo he tenido que comprar silenciosamente sin decirte nada, porque quería verte antes de que te me vayas tan lejos y sabía que si no no vendrías. Así que coge 4 trapitos de los tuyos y en 7 horas nos vemos”. Colgó y no me dio tiempo ni a responderle.  No entendía nada…. Pensé que estaba aún en Rio de Janeiro. Pero no había tiempo para preguntas. Sino para pensar en mis 4 trapitos y en la diversión asegurada ritmo non- stop que me esperaban para las próximas 48 horas- oh yes- que buena manera de empezar el año.
Así que más dispuesta que nadie, y con toda la emoción de encontrarme con mi gran amigo, me planté en Madrid. A decir verdad no tuve duda alguna en ir, es ese tipo de amigos con el cual me divierto donde sea que estemos y quien quiera que esté. (Lástima que sea gay).
Compartir unos días con él implica: energía como si no hubiera un mañana, estómago para resistir el alcohol a cualquier hora del día, vestir con prendas a la altura de una revista y estar dispuesto a reír a carcajadas desde el alba hasta al anochecer. Recuerdo que la última vez que nos vimos en Italia nos despedimos con: “¡ Te quiero  pero nos vemos en dos años!” (traducción: nos agotamos tanto mutuamente, que necesitamos un descanso de mínimo dos años)
Así que el plan para dos en Madrid se presentaba de lo más apetecible y no pudo ser mejor. Bueno sí, en realidad lo fue.
Para ser más específicos, salimos la primera noche a una fiesta en uno de nuestros bares preferidos de Madrid. El ambiente estaba genial, la gente lo acompañaba y qué decir de la música. Hasta ahí todo perfecto. Mi amigo y yo. Dos gin- tonics. Charlas sin parar. Carcajadas con ganas. De repente en un despiste, miro hacia la derecha y me veo a un grupo de hombres bastante interesantes. Y entre ellos uno que no estaba para nada mal y de lo más atractivo. No le quito  ojo en toda la noche, ni, aparentemente él a mí. Lástima que no se hubiera acercado a hablarme y que yo me hubiera planteado como propósito del año, no acercarme a más hombres (que se acerquen ellos si son hombres de verdad). Entre un jugueteo de miradas incesante y las copas que iban subiendo….me acerqué (que no……no he olvidado tan pronto mi propósito de año). Se apagó la música y nos fuimos.
Al día siguiente nos dedicamos a hacer compras de Navidad y me acerqué curiosamente a un coffee-bookshop  al que solía ir cuando vivía en Madrid y el cual me traía muy buenos recuerdos. Mi amigo decidió esperarme en la tienda de discos de al lado.
Cuando entré, como iba con la idea fija de comprar una guía de viajes específica me acerqué al dependiente y le pregunté si tenía la guía de Johannesburgo y Sudáfrica. Para mi sorpresa tenía las dos y me las sacó para que les echara una vistazo, mientras estaba ojeándolas, de repente se me acerca alguien por detrás y me dice a modo de susurro…..”Mi sueño es ir a Sudáfrica”. Miré, pensando que era alguien de Madrid que conocía, cuál fue mi sorpresa cuando de repente me percaté de que era el chico de la noche anterior y esta vez pegado a mí.  La verdad, es que pese a que me sonrojé, no tenía salida. Sólo se me ocurrió la recurrente pregunta de: “¿Nos conocemos?” A lo que él tuvo una respuesta muy acertada para el momento: “No, pero me encantaría conocerte”.
Así que acabamos sentados el desconocido de la noche anterior y yo tomándonos un café y mi amigo que a los 10 minutos extrañado se presentó  sin caber en su asombro. La noche salió toda rodada y acabamos cenando los 3 en un restaurante romantíquisimo y filosofando de la vida a la par que reíamos por todo y de todo…
Gran viaje de dos días.  Gran comienzo de 2015. Las casualidades existen y ahora Carmen por casualidad más que nunca. ¡GRACIAS Y GRACIAS! No sé que me deparará el 2015 pero que promete seguro...

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