La LEY de CASUALIDAD

La vida es como un aeropuerto. Personas que van, vienen. Roma, Paris, Nueva York, el Congo, Lanzarote, la India, Argentina, las Maldivas. Y todos por motivos varios: sea un viaje de trabajo para firmar un gran contrato societario en las alturas de un rascacielos apestado a ejecutivo, sea un viaje de placer para disfrutar de unas merecidas vacaciones tras 11 meses trabajando a sol y sombra, sea un viaje esporádico porque sí....sea un viaje solidario, sea un cambio de rumbo (con billete de ida que no de vuelta), sea la celebración de una gran boda a miles de kilómetros de distancia del hogar, sea volver a casa por Navidad o sea lo que sea. Pero un aeropuerto siempre me hizo recordar a las vueltas que da la vida sin preaviso. A que hoy podemos estar a punto de cerrar un matrimonio de esos exóticos que se celebran en las Maldivas y volando sobre el cielo.... y decidir que no. Que ese matrimonio se tiene que anular porque ha aparecido alguien por entre los pasillos de ese avión que nos ha echo cambiar de rumbo...tomar norte...cuando antes era sur. O a que pensemos tener todo controlado y que de repente las cosas se empiecen a torcer y nos veamos sin nada sin nadie y en un lugar totalmente ajeno. Y es que la vida por más que nos cueste aceptarlo nos coloca en el destino que haya elegido para nosotros. Si queremos y nos apetece, podemos dedicarnos toda una vida a luchar contra ello, a ir contra la marea aún haya marejadilla....pero al final: ella decide dónde, cuándo, por qué y con quién. Si nos vuelve a apetecer podemos trazar un mapa de nuestras vida, de nuestro plan de futuro.....empeñarnos en que tiene que ser así...como lo habíamos planeado pero hay una fuerza que no es la de gravedad sino la de casualidad que hace que todo suceda con un por qué  que no nos será dado ni siquiera en la puerta de embarque sino quizá en un destino final.

Vaya ley tan casual....que ni nos da pistas de cómo seguirla. Aunque he de confesar y probablemente la mayoría de nosotros lo deberíamos de hacer también en algún momento que ese toque casual de la vida....y de nosotros mismos nos gusta. También podemos empeñarnos en estar con ese hombre, en instalar toda nuestra vida en esa ciudad, o en meternos con calzador en ese trabajo aunque nuestras cualidades, habilidades y preferencias disten mucho de él.
¿Y al final qué pasa?Pues que la vida es muy casual...la podemos adornar como queramos, le podemos poner joyas, brillantes, trabajos de ensueño, coches, viajes, novios sin correspondencia o amigos que no nos van. Pero al final, es ella la que decide un día cualquiera con quién, por qué  y dónde. En un trabajo inesperado, en un destino inimaginado y con alguien nunca soñado. Un ida y vuelta de aeropuerto. Una conexión New York- China...sin escalas y sin rechistar. Porque la verdad es que nunca estuve en China, quizá tampoco quise conocer nunca China, ni me atrajo la cultura china...pero ¡qué casual sería vivir en China! y que casualidad que en China quizá la vida encuentre mi lugar o en Jamaica o en el Congo...o aquí mismo, donde estoy ahora..pero con unos personajes diferentes donde nada es igual...ni las joyas, ni los coches, ni las casas, ni los rostros. Sin embargo, quizá me deposite aquí de paso... hasta el nuevo embarque con salida hacia..."las casualidades de la vida" ¡Déjate llevar!